domingo, 26 de octubre de 2014

Despedidas.

Pasa el tiempo y vivo en una incertidumbre. ¿Qué te pasa? ¿Qué sucede? ¿Estará así por mí? Soy la típica que ella sola se despierta ilusiones, o que prefiere pensar que todo va bien, cuando en realidad no soy la espera de recibir un mensaje y que aparezca mi nombre.
Lo que mejor se me da en el mundo, aparte de siempre estropearlo todo, digo, es darte todo lo que te puedo ofrecer. Tal vez no lo veas porque es todo abstracto, son las cosas que no se ven a primera vista, que hay que querer conocer. Pero tú no quieres conocer.

No me preguntéis el porqué me quedo siempre a mitad de camino, a un paso de la victoria, pero que siempre en la recta final, me caigo. O me empujan, ya no lo sé bien.
Creo que esta es una de las decisiones más difíciles que hoy en día puedo tomar, la de renunciar a ti.
Te juro que yo no quiero hacerlo, pero esto me mata. Es cierto que creo que morir de amor es la forma más valiente de morir. Pero yo, hoy, no muero de amor; muero de golpes, de hostias, de caídas esperando que tú me quieras. Y morir de dolor, no me parece una buena manera de morir.

¿Cómo estás? ¿Cómo estarías tú si tuvieras que renunciar a la persona que estás loca e irremediablemente enamorada? Porque ya se te han acabado las fuerzas, tus armas, cuando ya no te queda ni autoestima, cuando... solo te quedan dos piernas y no son para avanzar, sino que simplemente te mantienen en pie.
¿Cómo te mantendrías tú cuando sin decírtelo, te das cuenta que no quiere tus besos, ni tu compañía, ni que aparezcas en sus sueños porque el puesto que quieres ocupar le pertenece a otra, que estás completamente segura que todo el amor que sientes, ella nunca llegará a tenerlo por él. Pero te ha vuelto a ganar. Y no hay más vuelta que dar. Si prefiere besar unos labios carnosos a unos labios sinceros, no puedo hacer nada.

Si lucho, no paro de hacerme daño, y he seguido luchando durante años, y al final, corazón y razón dicen: Basta.
Si me rindo supongo que no tengo derecho de reprochar nada.
Entonces, por favor, ¿alguien sabe qué es lo correcto? ¿alguien tiene idea qué hacer o qué seguir haciendo para que apueste por mí? Porque el corazón se cansa de que le duela la misma herida.

Me voy a olvidar de ti. Para siempre, supongo. Voy a intentar que no hayan más poemas que camuflen tu nombre, que tu nombre suene como cualquier otro y ya no duela, enamorarme de otra sonrisa y que haya canción más bonita que tu voz. El dejar de temblar cuando estés a escasos metros y no preocuparme si ya me has visto con esta prenda porque no tenga la necesidad de impresionarte.

Eres mi primer amor, verdadero, mi más bonita inspiración, musa, verso y poema, porque anda que no se puede crear poesía, metáforas tan solo con tu sonrisa. Pero también eres despedida, mi despedida; y ojalá después de varias primaveras, verte y poder decir: Sí, fue mi amor el que me enseñó que también se puede vivir... sin ti.
Pero hoy solo me dedicaré a sacarte de mi mente, de mis sueños y del corazón, para transladarte a la caja de recuerdos, para recordarte, sin que duela, que fuiste lo más maravilloso que esta mirada, enamorada, ha podido conocer.

lunes, 6 de octubre de 2014

Como el primer día.

Hoy vengo a decirte lo que esta cobarde ha estado ocultando desde la primera vez que mi mirada coincidió con tu sonrisa. Que ya no lo puedo esconder más, que desde aquel momento has sido siempre tú.
Yo no creía en primeros amores ni en flechazos del señor Cupido, pero no crees hasta que te sucede, hasta que quedas tan jodido porque se ha clavado más de la cuenta. Y ese dolor no es comparable al de cuando eras pequeño, y te caías raspándote las rodillas. Ese dolor te persigue porque no cura, sino aumenta. Crece porque tú no eres consciente lo bonitas que son las palabras cuando vienen de ti, ni el sentido que le das a un lunes a las siete de la mañana por ser el causante de las ojeras producidas de la noche anterior, haciéndome feliz hasta altas horas de la madrugada, hasta que uno de los dos, (siempre yo) se queda dormido. Pero lo mejor de quedarse dormido es ver que al día siguiente tengo tu mensaje riéndote, otra vez, que me has vuelto a ganar.

No creo que después de años, de personas, del tiempo que no espera, todavía, aún, después de todo aquello sigas siendo tú; y que nunca has dejado de ser tú.
Sé que soy un desastre que parece que viva como un terremoto constante, que nunca hay mar en calma, pero, ¿y si te digo que tú eres esa paz por la que cuando me ven sonriendo no tenga que explicar el por qué, porque ya conocen la respuesta? Porque desde aquel día nunca has dejado de ser esa respuesta.
Dicen que el primer amor no tiene que ser la primera persona que has besado ni por la primera que hayan despertado esas mariposas; es aquella que a pesar de los años, o del tiempo, o de las circunstancias, será quien consiga que sístole y diástole se pongan de acuerdo.

Siempre supe que ibas a ser alguien importante, pero este no era el plan, el trato no era quererte más a ti que a mí misma. Porque se nota tu presencia, pero aun no me acostumbro a tu ausencia, y tampoco quiero acostumbrarme.

Ningún cuerdo podría resistirse a la forma que dices que todo va a ir bien, pero que joder, que nada puede ir bien si no estás. Lo de verte y no poder decirte que el mundo sería un poco mejor si me hicieras caso.

He aprendido a esperar, porque no importa lo mucho que esperes si la recompensa es mayor, y yo por ti esperaría durante mil años más.
Te recuerdo que eres Madrid, porque Madrid sin ti solo son calles;
que tu voz es mi melodía favorita y que me encantas, me encantas hasta cuando tus ojos me miran enfadados.

Estuvimos a nada de serlo todo, y espero que aún estemos a nada de comernos a besos.
Me comprometo a cuidarte, a darte las buenas noches y que nunca estés triste, porque no hay nada más triste que verlo en tus ojos. Y pues que te quiero, que estoy o que sigo enamorada de ti... como el primer día.

Firmado: tu loca suicida.





sábado, 4 de octubre de 2014

Siguiente capítulo.

Eso que suena en todas las canciones que el momento perfecto para pensar en ti es en cada madrugada, es un mito que se hace realidad, es verdad que las sábanas han sido testigos de todas las lágrimas derramadas desde aquel adiós que no iba disfrazado de un hasta luego. Aprendí cada verso de aquel poema tan famoso de Neruda, porque yo también en noches como esta te tuve entre mis brazos.

Aprendí a diferenciar el tono de voz de un: 'tranquilo, que no pasa nada...' a un '¡no pasa nada, tranquilo!' y me acostumbré a que no me afectara cada domingo, sobretodo de invierno, y poder decirles a todos los protagonistas suicidas que mueren de amor, que son idiotas por creer en aquello.

Ya no envidio sus vidas llenas de cursiladas y palabras bonitas, porque todos vemos el final donde se dan ese beso, pero ninguno sabe qué es lo que pasa después.

Me da igual eso de mirarme al espejo y que ya no haya nadie que me diga lo guapa que estoy aunque lleve el vestido más feo de todo el centro comercial, o eso de bajar las escaleras del portal y que no haya nadie. Yo también puedo decirme a mí misma que voy a tener un bonito día y que sonría, porque me lo merezco, como la sensación de escuchar una canción y quedarte con su música, porque la letra ya no se convierte en un alguien.

Puedo parecer una hipócrita, mentirosa, borde e incluso fría y mentiría si dijera que en todo este tiempo no te eché de menos, que claro que yo también quiero una historia con todo lo dicho antes y que siguieras protagonizando cada página de mi diario, porque desde que te fuiste no he vuelto a escribir, y eso también supone no comenzar de cero.

 No dudes que cada vez que llueve desearía tenerte abrazado a mí.
Como las llamadas inesperadas,
 o las visitas sorpresas.
 El: 'estás realmente preciosa'
 y las noches con tu camiseta a modo de pijama.

 Y que no quepa duda que te eche en falta porque te quise, y te quiero, pero ya me he acostumbrado a estar sin ti, y la verdad, no me va del todo mal.

viernes, 12 de septiembre de 2014

La vida es bella


Qué cosas tiene la vida. Un día te das cuenta de que no todo es tan malo. Aunque parezca que sea una de esas cuestas del mes de Enero, y te quedas quieto, parado y no tienes nada, ni mucho menos un alguien que te empuje o que te haga el camino más fácil entregándote alas para volar. Es como un día de esos que nadie es capaz de entenderte, o tal vez es que somos demasiado complicados de entender. Es increíble todo lo que un día nos puede ofrecer, y que en 24 horas todo te lo hayan quitado. Quién diría aquello que un minuto sea capaz de determinar y de cambiar toda una vida.

Pero no es así. No estás tan jodido.

De pronto te das cuenta de que el calendario marca que es viernes, que echan tu película favorita en la tele y que esta noche ya tienes plan. Que eso acompañado de algunos colegas con sus respectivas cervezas ya te hace que todo esté algo ordenado de este caos.


Eso de ir andando y que pase un coche y que precisamente en ese instante suene tu canción favorita y no sabes descifrar si el conductor está hecho para ti o se trata de una bonita casualidad.
Eso de que sea semana de Champions y que el equipo que eres hincha le toque jugar, o lo de haber aprobado aquel examen que creías imposible llegar a ese puto cinco, y lo has conseguido.

El momento que buscas aquello que perdiste y de repente encontrarte sin querer tu libro favorito, y que el marca-páginas contenga una foto llena de recuerdos. Llena de historias, de momentos o simplemente aquella fotografía de hace años y te hace ver, que los que todavía permanecen en tu vida, te hicieron aprender esas lecciones que no aprendes en el colegio, que nadie es capaz de explicar y que solo las asumes cuando eres protagonista principal de cada una de esas batallas.

Recuerdas que hoy alguien te ha dado un abrazo, así, porque sí, porque le ha dado la gana, que queda en la despensa el último cuadrado de chocolate de tu sabor preferido, y que aun te abrochan tus mejores vaqueros, aquellos que te hacen sentir tan guapa.

Te pasa eso de llegar a casa y que tu madre te espere con la mejor sonrisa en la cara, para decirte que cómo ha ido tu día y que te ha preparado tu cena favorita.


Lo de recibir una carta a tu nombre, aunque sea publicidad. Eso de reencontrarte con alguien que hacía mucho tiempo no veías y que sigue igual, que no ha cambiado nada por muchos años que hayan pasado desde la ultima vez. 
Hacerte una foto con tus amigos en el mejor momento de la fiesta, y que al día siguiente, los buenos días de resaca, mires el móvil y solo sonrías porque no tengas ni idea de lo que sucedió la noche anterior.

Coger el metro a tiempo, comprarte algo nuevo, o que haya salido el sol. 
Como ves la vida no es tan complicada, ni ninguna ruina. La vida es preciosa. La vida... la vida es bella. Simplemente hay que verle el lado bueno de las cosas.



lunes, 18 de agosto de 2014

Con H de..

Hay personas, más bien amigos, que una vida no es suficiente para decirles gracias. Están aquellos que dicen que harían todo por tal de verte bien. Pero es eso, que lo dicen y poco hacen. Pero hay otros, los de verdad, los que cogen y consiguen que en horas se te quite el brillo de esos ojitos de pena.
Hoy escribo sobre aquel que consiguió volver a escucharme reír y además, que no permite que la sonrisa cambie la dirección.
No os podéis ni imaginar todo lo que ha sido capaz de hacer ni lo mucho que le tengo que agradecer por convertirse en piernas, brazos, sonrisas... historias y moralejas.

No tenéis ni idea de las veces que me he vuelto a sentir yo misma por tener las palabras perfectas que hacen que todo vaya bien. Quien me hace ver lo bonita que es la vida si lo ves desde el lado bueno de las cosas.
Conoce mi voz en todas las cuerdas vocales, cuando suena en formato llanto o en formato risa. Aunque con él es imposible conocer la soledad, o la tristeza, porque tiene la manera más perfecta de decirme que estoy loca, pero que eso me hace más bonita.

Él es el típico que viene por detrás tuya y te tapa los ojos con las dos manos.
O que cuando hables con él te transmita paz, tranquilidad.
Que sepa llevar tan bien todas las putadas y malas pasadas que le ha puesto la vida y que yo sigo sin entender.
Que si tienes frío, te dará su chaqueta, y que no te extrañe verlo en pleno diciembre, lloviendo, chopado por las calles de Valencia, o.. Madrid, porque si hay cosa que adora, es aquello, la lluvia.
Él será el que si eres pésima en el fifa, te hará decidir por él el equipo más malo para ver si con suerte le marcas algún gol, y así, volverá a hacerte sentir especial.
Siempre que le veas, te dará el mayor abrazo que arrope todo tu cuerpo.
Ah, y no te enfades si te llama fea, siempre lo hace y la verdad, viniendo de él, suena genial.


Porque hemos vivido demasiadas historias, y a pesar de unos pocos kilómetros, sé que siempre podré contar con él, es de los pocos, pero de los de verdad. Que si le tienes a él no va a pasar nada malo, nunca estarás ni te sentirás sola. Ya hará algo para que te sientas como en tu propia casa.

No me considero una persona con mucha suerte, pero tenerle cerca ha sido una de las sorpresas más bonitas que me ha puesto el destino. Su inicial ya dice mucho de él: humildad, honradez, humanidad, humor.. así que esto es un homenaje a ti, gracias por tanto, héroe.


domingo, 3 de agosto de 2014

Agostos.

Buenos días pequeño. Ya ha pasado otro año en el que te vuelves a ir. Los meses se me pasan volando menos agosto, fíjate qué casualidad que es el mes que tú no estás. Es que ya son muchos años en el que me haces compañía, con quien soy capaz de hablar días, tardes, noches y madrugadas desveladas porque siempre encuentras una razón para que yo sonría, y solamente el saber que sigues ahí, que no rompes esto, no dudes que se convierte en motivo para tener un bonito día, por muchas nubes que tapen al sol.

Mira, sabes que yo soy chica de textos, porque cuando estoy frente a ti, no me salen las palabras. Tal vez esto sea una excusa para contarte una vez más, todo lo que significas para mí, todo lo bueno que me diste y me das. No creas que estas palabras salen de la nada, sin razones, sin motivos, y que no escribo de cualquiera que me haga reír, sino del que me hace sacar la sonrisa más bonita.

Parecerá tontería eso de escribir sobre el que me hizo salvar y curar a ese que palpita, pero nadie sabe todas las putas veces que nos encontramos perdidos y que aparezca ese salvavidas que te hace flotar, porque tú has salvado la mía en muchos momentos. La has salvado de montañas y precipicios o simplemente de algún bache y me enseñas que la vida es hundirse o nadar.

Pero que si hoy estoy aquí es para decirte que te voy a echar de menos, no tus abrazos y tus gestos que hace tiempo ya no me das, sino las palabras, las alegrías, el que me cuentes tu día o esos jodidos y perfectos 'te quiero' en el momento más inesperado de la conversación.
Echaré en falta eso de que sean las tantas de la madrugada y que no me salga tu nombre con un  _____
Voy a extrañar cada parte de ti, cada pedacito que nos una.

Así que te voy a decir que disfrutes, que te diviertas, que vivas cada momento y sobretodo que rías, porque cuando ríes, el mundo entero me da igual. Y que no olvides que a kilómetros de ti hay una enana que espera tu vuelta con la misma ansia que la esperó otro cálido agosto de un 2013 y que te quiere con locura y con cordura. Y solo te pide, que no la olvides, y que en el mínimo instante que te acuerdes de ella, díselo, o llámala, o mira su jodida foto de whatsapp que seguramente salga sonriendo, pues con esa misma sonrisa te recibirá el día que le digas que ya estás aquí, más cerca de ella.

Pórtate bien, anda, y recuérdame. Nada más. Te quiero infinito y más, mi pequeño tesoro, mi gran mejor amigo.


lunes, 2 de junio de 2014

No te rindas.

No te rindas. Cuantisimas veces habrás escuchado eso. Y cuantisima razón lleva. Yo también sé que muchas veces lo más fácil es tirar la toalla, pero no estás aqui para vivir en lo fácil, y mira que hay veces que se hace todo muy cuesta arriba, y que en ese momento no somos capaces de entender ni asumirlo. Pero por eso te estoy diciendo que no lo hagas. Que la espera merece la pena y que Roma no se hizo en dos días, y mira qué bonita está aunque digan que está en ruinas. Porque claro que olvidarse de todo y desconectar es la manera más rápida y a la vez bonita de acabar con todo. Pero no lo hagas. Porque mientras tú te estás rindiendo llega otro que ni se le pasa por la cabeza la opción de abandonar. Ese trabaja, se da de hostias, y vuelve a echarle los mismos cojones que nadie le ha echado. Ese es el que compite por lo mismo que tú, y mientras te lamentas y te dices autoconvenciendote que no puedes, es él que con paciencia, esfuerzo y sudor gana. Que claro que hay piedras en el camino, incluso rocas, pero, ¿y qué más da? La satisfacción, la honra, el mérito de haber logrado todo aquello es mucho mayor que todas las putas piedras que se te pongan. Que no solo es cuestión de demostrarle al mundo que fuiste valiente, es darte la razón que los imposibles solo existen para aquellos que son cobardes. Y dime, ¿acaso tú lo eres? Si aquello te hace a ti feliz, joder, ves, consíguelo. Pero no pretendas lograrlo sin mover un dedo, solamente es la lluvia lo que cae del cielo. Así que, cuando creas que no puedes más, piensa en el porqué has empezado a intentarlo, el beneficio que eso conlleva, las ganas y la ilusión que te ocasionaY que tú puedes. Has nacido para luchar, con o sin miedo qué más da. Lo importante es lograrlo. ¿Y por qué no creer en ti? No dejes que esa duda que hay en tu mente te pregunte, compruébalo tú mismo, porque s es un amor, estoy segura que te imaginarás que da las mejores caricias por la espalda, pero nunca lo podrás afirmar si no lo has intentado. También puede ser un reto, y no sé, pero debe de ser duro eso de ver como mientras los demás van avanzando, tú vas viendo sus logros mientras te quedes ahí quieto.Incluso si es algo más complicado, vale que tal vez por mucho valor que le eches no lo consigues, pero al menos no habrás perdido nada, en cambio, si nunca lo has intentado, ya te has perdido a ti mismo.
Así que te vuelvo a repetir: no te rindas, en serio, no lo hagas. Tú puedes.




miércoles, 14 de mayo de 2014

Ojalá ese adiós disfrazado de hasta luego.

Hay veces que no quieres que llegue ese momento, que no tiene fecha fija , ya llegará, ¿no? Pero es que hay veces que el destino es muy caprichoso y adelanta todo. 

Joder, que ya te tienes que ir, y aunque ya lo sabía, no debías irte antes de tiempo. Todavía no. Que nuestros labios tenían un pacto. 

Hoy era día de volver a las miradas y... vaya, qué difícil se me hace girarme hacia tu sitio y no ver a nadie. Está vacío, el mismo que has dejado dentro mí. 

Que ni siquiera te he podido decir adiós, o que te vaya bien... yo qué sé.
 Vaya desastre estoy hecha que te he tenido tantas veces delante y jamás me atreví a pronunciarme, me quedé con las ganas de un día cualquiera, mirarte y decirte que tienes la mejor sonrisa que me he enamorado nunca, y es que no te dabas cuenta de que mi risa hablaba por sí sola.

 No sabes la cantidad de veces que me arrepentí el no hacer nada para acercarme y ahora, estoy en el mismo lugar donde te vi por primera vez, donde supe desde ese día, que ibas a ser alguien importante sin que tengas ni idea.
 Sigue habiendo la misma gente, pero esto no es lo mismo sin ti, tanto, que parece que no haya nadie.

 Que ya no me sirve buscar la camiseta que más creyera que te podía gustar, ahora se me puede olvidar el toque de pintalabios del mismo color que me ponía todas las mañanas, y el aroma de la colonia para pasar por tu lado, tampoco existirán aquellos días que casi llego tarde a clase porque le dedicara más tiempo del requerido a mi pelo.
 Echaré de menos las veces que enrojecía porque me estabas mirando, y no te quiero decir si a la vez me sonreías, como las veces que me querías ver enfadada. Era bonito eso de que no me importara que fuera lunes si eso significaba verte, o que todas las horas se hiciesen breves. 

Pero te vas, y para siempre. Solo nos encontraremos de nuevo si estamos hechos el uno para el otro, si el universo o el destino, llámalo como quieras, se ponen de acuerdo y de mi parte. Mientras tanto y si eso alguna vez sucede, este es mi adiós.



jueves, 24 de abril de 2014

Centésimo nonagésimo tercer día.

Lo que tengo claro y seguro al cien por cien, es que en cada cumpleaños cuando llegue el típico momento de tener que soplar las velas y tengas que pedir un deseo, nunca se cumplirá. Tan solo es una vela puesta en medio de una tarta de tu sabor favorito. Y me da por recordar mi décimo sexto cumpleaños, ese que pasé contigo, y mira, qué casualidad, que los años que cumplía eran los mismo que el día que comenzamos a querernos. Y otra vez vuelvo ha recordarte. Y mira que no me gusta hacerlo, pero parece que mis cinco sentidos hagan complot contra mí. La vista, me hace volver a ver aquellas fotos, sonriendo o... inmortalizando el momento del beso. Me acuerdo que esas fotos te gustaban, porque adorabas la forma en la que nos besábamos. Aunque sin más, tu debilidad era el cuello, y es que no aguantabas los escalofríos que mis labios te hacían sentir cuando eran besados por mí. 
El olfato me recuerda a ese perfume que te ponías y que en el mínimo abrazo, me quedaba tu olor. Me acuerdo que siempre te decía que te pusieras aquella, que era mi favorita. Y por las noches, como cada día que te echaba de menos, me levanta y cogía la camiseta que llevaba ese día al quedar contigo, porque que oliera a ti, me hacía pensar que estabas aquí, a mi lado, haciéndole compañía a mis sueños. Era la morfina para que pudiera quedarme dormida y que pareciera que estaba abrazada a ti. También recuerdo aquellas tres rosas que cogiste del rosal del parque que solíamos quedar, una era blanca, me dijiste que esa significaba perdón, que te perdonara por aquellos piques tontos que teníamos. La amarilla, la de permanecer juntos, y tener en un futuro a nuestros pequeños, a Leyre e Iván. Y la rosa, es cuando te pusiste de rodillas frente a mí y pronunciando mi nombre seguido de mi apellido, dijiste: ¿-Te quieres casar conmigo-?
El oído, hace que no deje de escuchar esa vieja canción que nos apropiamos. Aquella de un viejo grupo español, ya separado, que hablaba de una suerte. Aquella que sonó cuando empezamos a bailar e instintivamente nos miramos y me susurraste que aquella, sería nuestra canción. Una canción donde habla de los dos, y que nunca, escúchame, nunca, podré borrar.
El gusto, creo que ya se sabe que voy a decir. Tus besos. Ya podían ser en la mejilla, que en los labios, en el cuello o en la nuca, pues eran perfectos. Pero creo que hay una cosa mejor que el beso, y es lo anterior a él. Las miradas y la sonrisa que se te escapa, o cuando apoya las manos en tus caderas, y tú las tuyas en su nuca. Después vienen los susurros, los te quiero, y la risa a centímetros de su boca.
Y en el tacto, cada caricia, y más donde sabías que tenía mi punto débil, las cosquillas no solo externas que me provocabas, también las internas, las del estómago. Cada roce de mejilla, o cuando me apartabas el pelo, o cuando chocaban los dientes al sumergirnos en un profundo beso. El roce de los dedos apretando el botón X del mando de la play, el tacto del cojín al hacer las peleas de almohadas cada vez que veíamos una película, y nos daba igual perdernos algunas escenas, nosotros éramos ya protagonistas de una de ellas.
Y ahora me ves aquí, escribiendo los últimos versos que te dedico, dándote también las gracias, por haber vivido en una canción, en un buen libro, pero de historia real. Por aquel primer beso y por el último, desde el primer buenos días hasta ese adiós, del primer abrazo y del último roce al pasar por al lado el uno del otro. Por aquellas lágrimas de alegría, y las últimas que solo aparecen cuando el corazón ha sido despreciado.


domingo, 20 de abril de 2014

Décimas de segundo.

No sé si a mí esto de escribir me va a salir bien. Si voy a ser capaz de expresar todo lo que pasa por mi cabeza y que te llegue a ti. Tengo tantas palabras por mi mente que no sé cómo empezar, y no me sirve eso de por el principio.

 ¿Sabéis? Cada poeta tiene su inspiración, la musa de hacerle sentir a eso que palpita cada vez que se te acerca. Aunque no es lo único que te descubre, es curioso como tus mejillas te delatan cada vez que, le da por pronunciar tu nombre. Y qué bonito suena cuando se leen en sus labios. Hay otra parte que también te quita tu capa invisible, son tus manos. Empiezan a sudar hasta en el más frío de los inviernos, como un pleno agosto a las doce de la mañana.
 La risa que te provoca actúa como banda sonora en ese instante, de paz, de ilusión, de esperanza. ¿Y qué me decís de los ojos? Mis ojos empiezan a brillar, iluminarían cada noche haciéndole competencia a la luna, que acompañan al temblor de las piernas que me impide andar. Me hace sentir tan vulnerable, pequeña, pero por un instante, hace que sueñe que soy visible, pero no para el mundo ni para lo demás, sino para algo mucho mejor, visible para él.

 ¿Y quién no soñaría, a quién no le pasaría todo esto que me pasa? Solo hace falta ver lo guapo que estás cuando crees que no te miro, cuando piensas que pasas desapercibido, cuando te veo juguetear con el lápiz o cuando te ríes cuando hablas con aquel chico que todos pensábamos que no iba a encajar. 
También, cuando empiezas a mirar hacia todos los lados, y hasta que me encuentras, me empiezo a arreglar el pelo por si te apetece mirarme, que me veas más guapa. También sé que si sonríes, mostrarás tus dientes, blancos y alineados, y tus arruguitas a través de la comisura donde sueño con perderme. 

Me encantaría pasar mi vida viéndote sonreír, y que tu risa sea la banda sonora de toda esta historia. Supongo que lo puedo llamar historia aunque no seamos nada, aquí también hay dos protagonistas, con la pequeña diferencia, que en la nuestra todavía no se han dado aquel beso del final de la película, y bueno, para ser realista, dudo mucho que eso algún día suceda.

 Y que, bueno, ese instante ya ha pasado. Ha sido solo cuestión de unas milésimas de segundo, donde nuestras miradas han coincidido pero otra vez, de nuevo, mis palabras son cobardes y no se han atrevido a pronunciarse, prefieren mantenerse calladas, y después de aquello, mi razón les echa la bronca del siglo, por qué no le has dicho nada, se ha vuelto a ir, y quién sabe si habrá otra oportunidad, pues ese, esos milisegundos de temblores, de sudores, nervios, sonrisas... esos eran la clave.


jueves, 17 de abril de 2014

Imposibles.

Y quién me diría a mí que el mismo día que hacía 6 meses con mi pareja aparecerías tú. Bueno, no apareciste,. Era el primer día de clase y ya faltaste. Fue curioso, dijeron tu nombre unos después que el mío y dije: Pues si uno ya falta el primer día... Te tocaba sentarte detrás de mí, pero preferiste sentarte con tus amigos. Eras nuevo. Lógico. Pero de todos modos, no te veía como te veo ahora. Y mira qué de vueltas que da la vida que en apenas 10 días de lo que llevábamos de curso que mi relación con mi pareja se fue. Rompimos y no quería hacer otra cosa que llorar.
Se me ocurrió la fantástica idea de en clase estar lo máximo distraída para no pensarle, no quería saber de él, y bueno, vi que tú me hacías reír. Y no es que fueras guapísimo, pero tenías algo tan irresistible...
De fijarme en ti pasé a dejar de pensar en él, y bueno ahora... ahora de quien no dejo de pensar ha sido en ti.
Han pasado ya 7 meses desde que te conocí, pero me empezaste a marcar hace ya unos 4. Me hiciste olvidar todo su dolor, y es que lo haces sin darte cuenta. Que me encanta que me piques, o que sonrías por todo, tienes la sonrisa más bonita que he visto jamás. Me encanta no mirarte y reconocer tu voz, o que me mires cuando no me doy ni cuenta. Que este es un amor imposible, que tú tienes a más y a mejores, que solo me quedan 64 días para hacerme visible a ti, y que en todo este tiempo no he logrado hacerte sentir nada. Y sé que hemos tenido momentos que parece que a veces me digas quédate, pero es que otras parece que digas que me vayas. Y no te entiendo. No es tan difícil. Y que sea lo que sea, dímelo claro. Y lo peor es que jamás te volveré a ver, a no ser que los caminos se crucen y bueno, si algún día me cruzo contigo, afirmaré lo que llaman destino.