lunes, 6 de octubre de 2014

Como el primer día.

Hoy vengo a decirte lo que esta cobarde ha estado ocultando desde la primera vez que mi mirada coincidió con tu sonrisa. Que ya no lo puedo esconder más, que desde aquel momento has sido siempre tú.
Yo no creía en primeros amores ni en flechazos del señor Cupido, pero no crees hasta que te sucede, hasta que quedas tan jodido porque se ha clavado más de la cuenta. Y ese dolor no es comparable al de cuando eras pequeño, y te caías raspándote las rodillas. Ese dolor te persigue porque no cura, sino aumenta. Crece porque tú no eres consciente lo bonitas que son las palabras cuando vienen de ti, ni el sentido que le das a un lunes a las siete de la mañana por ser el causante de las ojeras producidas de la noche anterior, haciéndome feliz hasta altas horas de la madrugada, hasta que uno de los dos, (siempre yo) se queda dormido. Pero lo mejor de quedarse dormido es ver que al día siguiente tengo tu mensaje riéndote, otra vez, que me has vuelto a ganar.

No creo que después de años, de personas, del tiempo que no espera, todavía, aún, después de todo aquello sigas siendo tú; y que nunca has dejado de ser tú.
Sé que soy un desastre que parece que viva como un terremoto constante, que nunca hay mar en calma, pero, ¿y si te digo que tú eres esa paz por la que cuando me ven sonriendo no tenga que explicar el por qué, porque ya conocen la respuesta? Porque desde aquel día nunca has dejado de ser esa respuesta.
Dicen que el primer amor no tiene que ser la primera persona que has besado ni por la primera que hayan despertado esas mariposas; es aquella que a pesar de los años, o del tiempo, o de las circunstancias, será quien consiga que sístole y diástole se pongan de acuerdo.

Siempre supe que ibas a ser alguien importante, pero este no era el plan, el trato no era quererte más a ti que a mí misma. Porque se nota tu presencia, pero aun no me acostumbro a tu ausencia, y tampoco quiero acostumbrarme.

Ningún cuerdo podría resistirse a la forma que dices que todo va a ir bien, pero que joder, que nada puede ir bien si no estás. Lo de verte y no poder decirte que el mundo sería un poco mejor si me hicieras caso.

He aprendido a esperar, porque no importa lo mucho que esperes si la recompensa es mayor, y yo por ti esperaría durante mil años más.
Te recuerdo que eres Madrid, porque Madrid sin ti solo son calles;
que tu voz es mi melodía favorita y que me encantas, me encantas hasta cuando tus ojos me miran enfadados.

Estuvimos a nada de serlo todo, y espero que aún estemos a nada de comernos a besos.
Me comprometo a cuidarte, a darte las buenas noches y que nunca estés triste, porque no hay nada más triste que verlo en tus ojos. Y pues que te quiero, que estoy o que sigo enamorada de ti... como el primer día.

Firmado: tu loca suicida.





No hay comentarios:

Publicar un comentario